domingo, 14 de abril de 2013

Pequeñas palabras


El amor no se mira, se siente, y aún más cuando ella está junto a ti.
-Pablo Neruda

Quería ser original y creativo pero las 30.000 palabras que tiene la RAE registradas se me quedan cortas; una canción, una frase solo son migajas para lo mucho que te tengo que decir pero como introducción como se dice aquí: Me ha quedado niquelado.
Decía Platón en el mito del Androgino que en un principio los hombres eran completamente redondos, con dos caras, cuatro brazos, cuatro piernas.
Tan poderosos y arrogantes eran, que atentaron contra los propios dioses, de modo que Zeus, no atreviéndose a destruirlos por no acabar con los honores y los sacrificios que recibía, decidió cortarles en dos a cada uno de ellos. Pero al ser divididos, cada mitad añoraba tanto la parte perdida que se enlazaban hasta morir de hambre.

Tu Sandra eres esa mitad que me complementa en cada sentido, nunca he sentido una mayor conexión con nadie y eso te hace tan única a mis ojos que te convierte en esa dulce adicción que tengo por constumbre de consumir cada vez que tengo ocasión.
Tu eres esa sonrisa que se despierta cada mañana en mi cara, esa mirada que busco desesperadamente cada día, esos ojos verdes que disfruto admirando; como diría Neruda "Me gusta cuando callas porque estas como ausente" solo que nuestros silencios son la mayor manifestación de nuestros mutuos sentimientos.

Y ya solo puedo decir:

Iré, cuando la tarde cante, azul, en verano,
herido por el trigo, a pisar la pradera;
soñador, sentiré su frescor en mis plantas
y dejaré que el viento me bañe la cabeza.
Sin hablar, sin pensar, iré por los senderos:
pero el amor sin límites me crecerá en el alma.
Me iré lejos, dichoso, como con tu presencia,

Recordando el día bendito de tu primer beso.
Mi ensueño que se complace en martirizarme
se embriagaba sabiamente con el perfume de tristeza
que incluso sin pena y sin disgusto deja
el recoger de su sueño al corazón que lo ha acogido.
Vagaba, pues, con la mirada fija en el viejo enlosado,
cuando con el sol en los cabellos, en la calle
y en la tarde, tú te me apareciste sonriente,
y yo creí ver el hada del brillante sombrero,
que otrora aparecía en mis sueños de niño
mimado, dejando siempre, de sus manos mal cerradas,
cien blancos ramilletes de estrellas perfumadas.


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